Antes de contarles por qué dejé de beber nuevamente, debo decirles por qué dejé de beber la primera vez. De hecho, empezaré compartiendo por qué comencé a beber. Permítanme decirles que con esto no pretendo juzgar a nadie que beba. Dios ha impresionado fuertement en mi corazón el compartir esta historia de mi vida porque las razones por las que lo dejé pueda darle a alguien que luche con cualquier adicción el impulse que necesitan para cumplir su propósito el cual es intención de Dios para su vida.
Empecé a beber cuando tenía 16 años. Aunque mi padre tuvo problemas con el alcohol, no puedo culparlo porque él no es responsable de que yo tome mi primer trago. De hecho, él no lo habría tolerado debido a mi edad y además se lo oculté a él y a mi mamá hasta que tuve la edad para hacerlo.
Al crecer rodeado de mis compañeros, beber parecía ser algo muy normal. Habia gran énfasis en el alcohol, en beber en exceso y emborracharse era acceptable, común y visto como lo divertido a hacer.
Cuando llegué a ser mayor de edad y libre para beber, lo hice en exceso hasta el punto de que mi conducta y mis acciones cambiaron. El alcohol exageraba cualquiera que fuera mi estado de ánimo, y como yo era muy rebelde y de temperamento fuerte, a menudo explotaba cuando bebía.
A medida que fui creciendo, usé alcohol para automedicarme de mis circunstancias, ya fuera estrés, enojo o tristeza. También lo usaba para celebrar, pero nuevamente, a menudo lo hacía en exceso.
Conocí a Jesús cuando tenía 12 años en Puerto Rico, pero mi familia se mudó a los EE. UU. ese mismo año y no me quedé conectada con Dios. Talvéz si me hubiera mantenido conectada, es posible que hubiera sido salvada de todos esos años por el cual bebí tontamente.
Pero aunque nostros nos desconectamos de Dios, el nunca nos quita la vista y muchos años despues, yo regresaria a Cristo de adulta. Comparto un poco de mi historia cual me hizo conciente sobre la salud mental que me llevo a Dios AQUI (Solo en Ingles por el momento).
Cuando regresé a Cristo como adulta, tenia tanta hambre de la palabra de Dios que devoré casi toda la Biblia en meses. Recibí su palabra de todo corazón y creí que Dios me había llamado para algo grande. Todavia lo creo no solo para mi, pero todos los hijos de el; pero para poder hacer lo que fuera que era tenía que alejarme de todo lo que yo dependía fuera de Él, especialmente el alcohol.
Durante ese tiempo, el Señor me mostro una serie de escrituras, y quiero compartirlas comenzando con Levítico 10:8-11, donde Dios le da instrucciones a Aarón para los sacerdotes: “8. Entonces el Señor le dijo a Aarón: 9. “Tú y tus descendientes nunca debéis beber vino ni ninguna otra bebida alcohólica antes de entrar al Tabernáculo. Si lo haces, morirás. Esta es una ley permanente para vosotros y debe observarse de generación en generación. 10. Debéis distinguir entre lo sagrado y lo común, entre lo ceremonialmente impuro y lo limpio. 11. Y enseñaréis a los israelitas todos los decretos que el Señor les ha dado por medio de Moisés.’”
Sentí impresa en mí la convicción personal de no beber porque, después de todo, soy real sacerdocio según 1 Pedro 2:9. En ese momento sentí que quería que todos los que me rodeaban dejaran de beber (más sobre esto más adelante).
Otros pasajes que me llamaron la atención fueron Ezequiel 44:21, "Los sacerdotes no deben beber vino antes de entrar al atrio interior", y Lucas 1:15, "porque él (hablando de Juan el Bautista) será grande a los ojos del Señor. Nunca debe tocar vino u otras bebidas alcohólicas. Será lleno del Espíritu Santo, incluso antes de su nacimiento”. Muchos podrían decir que estos pasajes del Antiguo Testamento no son para todos o que los pasajes de Lucas eran solo para Juan el Bautista, pero no puedo negar la convicción del Espíritu Santo que sentí; especialmente después de leer Proverbios 20:1 donde dice: “El vino produce escarnecedores; el alcohol provoca peleas. Los que se descarrían por la bebida no pueden ser sabios”. Eso a menudo describía lo que pasaba cuando bebía. Ciertamente me desvié hacia comportamientos y situaciones desagradables.
Debido a que mi pasión por buscar a Dios y mi deseo de obedecerlo eran fuertes en ese momento, y todavia lo es no me malinterpretes, el espíritu en mi interior ya había escuchado suficiente de lo que necesitaba hacer.
Me alejé de muchas cosas y el alcohol estaba en lo más alto. La iglesia a la que asistía en ese momento me animó aún más porque a menudo predicaban sobre las consecuencias destructivas de la bebida. Me comprometí con Dios y con estar sobria y no toqué una bebida durante unos 10 años. Sin embargo, me volví bastante legalista sobre el asunto porque sentía que todos debían dejarlo o no debían empezar nunca, y eso provocó algunas relaciones tensas.
Hoy me siento diferente al respecto y puedo entender que no todos sienten lo mismo que yo porque cada uno de nosotros tenemos una relación individual con Dios y las convicciones son personales.
Algunas personas necesitan separarse por completo de su debilidad. De hecho, el “yo” en aquel entonces necesitaba separarse. Excepto que mi deseo de dejar de beber me hizo menospreciar a los que bebían, y la palabra de Dios dice que el orgullo viene antes de la caída en Proverbios 16:18.
De repente, un día tomé una copa de vino y eso abrió una puerta que me llevó a seguir bebiendo durante unos siete años. Durante esos siete años, encontré muchos pasajes de las escrituras que me justificaban beber.
Es posible que usted conozca esas escrituras! Elijo no compartirlas, porque, si bien no juzgo a nadie que bebe, tampoco estoy aquí para animar el hacerlo sino que esto es para aquellos de nosotros que no tenemos una relacion saludable son esta substancia.
Durante ese período de bebida, estaba funcionando algo bien. No estaba de fiestas como la primera vez, pero ciertamente estaba bebiendo en exceso o muy frecuente hasta el punto de que comencé a no comportarme lo mejor posible nuevamente, como las veces que bebía antes de regresar a Cristo.
Comencé nuevamente a consumir alcohol con fines medicinales como calmar la tos, para ayudarme a dormir, para relajarme después de un día largo o estresante, tambien como celebraciones e incluso noches románticas con mi esposo. Muchas veces bebía sola, no sólo con mi marido o con amigos a mi alrededor. El problema esta vez era que terminaba sintiéndome demasiado cansado o simplemente bebiendo demasiado que me resultaba incómodo física y mentalmente.
Aun así, traté de negociar con Dios para justificar mi consumo de alcohol señalando las escrituras que sentía apoyaban el consumo de alcohol pero cada vez que lo hacía, Él me mostraba OTRAS escrituras por la cual me demostraba que no era bueno, para mi.
Traté de ignorar esas escrituras por un tiempo, pero eran tan ciertas en mi vida que ya no podía negarlas. Una de ellas fue Proverbios 31:5 que dice: “Porque si beben, olvidarán la ley y no harán justicia a los oprimidos”. Ciertamente olvidé la ley del Señor y aquellas cosas que debería haber estado obedeciendo.
Otro versículo fue Oseas 4:11 que dice: “El vino ha privado a mi pueblo del entendimiento”. Esta fue difícil de aceptar porque el vino me estaba robando mi propia comprensión, pero estaba cegada y encontraba todas y cada una de las excusas para negarlo.
El vino estaba afectando mi vida porque me paralizaba de trabajar constructivamente en la búsqueda de metas, sueños y deseos que no sólo quería, sino que me sentía llamada a cumplir para mi propósito en el reino de Dios.
Efesios 5:18 dice: “No os emborrachéis con vino, porque eso arruinará vuestra vida. Más bien, sed llenos del Espíritu Santo”, y Tito 1:7 dice: “Un líder de la iglesia es administrador de la casa de Dios, por eso debe vivir una vida irreprochable. No debe ser arrogante ni irascible; no debe ser un bebedor empedernido, ni violento, ni deshonesto con el dinero”.
Estas Escrituras me estaban conmoviendo esta segunda vez, pero todavía estaba reprimiendo obstinadamente esas convicciones con la mentira de que estas palabras no eran para mí, y no tengo que aplicarlas. Puedo beber. ¡Jesús bebió!
Sin embargo, incluso más allá de mis convicciones personales, desde una perspectiva práctica y realista, al día siguiente me despertaba súper cansada. Fue un efecto de bola de nieve porque cada noche había algo de estrés que beber cuando en lugar de eso podría haber acudido a Dios.
Beber también me llevó a comer en exceso. Hubo momentos en que era algo nocturno. Mientras cocinaba, antes de darme cuenta, comía más de lo que debía y luego bebía aún más, luego comí aún más hasta el punto de que ahora estaba cediendo a la glotonería y me odiaba por ello.
Estaba perdiendo mi tiempo entre la comida y el alcohol y más preocupada por llegar a casa para tomar una copa que por seguir mis sueños.
Pero como Dios nunca nos deja, sino que, como lo haría un caballero, nos espera, aprovechó que nuestra iglesia nos animaria a un ayuno en principios de 2023 para darme un empujón una vez más.
Fue en este ayuno donde una persona conocida me dijo que habían decidido ayunar alcohol durante 21 días. Ni siquiera había pensado en ayunar, pero había estado teniendo una relación de amor y odio con el alcohol. Entonces, cuando me habló del ayuno de alcohol, el Espíritu Santo me conmovió y aproveché la oportunidad para ayunar también.
Durante este ayuno, el Señor comenzó a recordarme aquellos pasajes de las escrituras que me ayudaron en el pasado sin imaginar que me animarían a no volver a tocar el alcohol otravez.
Comence a ver los efectos negativos que el alcohol tiene en mí y reconocí que no es para mi. Beber se había convertido en un hábito nocturno que me robaba mi precioso y limitado tiempo. ¡Me estaba privando de hacer una serie de cosas que el Señor había puesto en mi corazón y especialmente pasar tiempo con Dios!
Cuando pasaron los 21 días decidí que no volvería a beber, y esta vez entiendí que hay personas que no comparten mis mismas convicciones y pueden tomar un trago o hasta dos. No me afecta que otros beban, aunque no prefiero estar rodeada de borracheras porque si nos volvemos tontos cuando lo hacemos, pero si que mi abstinencia de beber no sugiere de ninguna manera que nadie pueda hacerlo.
Otra escritura que Dios me mostró durante el ayuno es que todo está bien pero no todo es bueno para mí. Algunas personas pueden tolerar tomar una copa o dos y no lo hacen todos los dias… otras, como yo, no se detienen en dos o tienden a hacerlo todo los dias.
Entonces, si bebes, esto no es para juzgarte... Dije que tal vez mis razones para dejar de beber esta vez podrían
animar a alguien que lea esto a reflexionar sobre sus propios hábitos.
Si tienes una relación poco saludable con el alcohol, o talvez es alguna otra cosa por la que tienes una relación negativa, no huyas de ello, sino reflexiona sobre las razones por las que lo haces.
Me respeto y me amo más por poder reconocer que esta sustancia simplemente no es buena para mí y me impide vivir como Dios quiso. Quiero cumplir sueños y deseos, cumplir mi propósito con intención llena de fe en Dios y tengo la esperanza y le pido a Dios que nada te aguante de que tu tambien puedas realizarlo.
Tal vez no es el beber para ti, pero sea lo que es puede estar adormeciendo tus inseguridades como lo hizo el alcohol conmigo. Esta es tu oportunidad de liberarte y enfrentar tus inseguridades tambien. Puedes dejar que Dios te ayude a ser fuerte y valiente a través de Cristo.
Yo hize una lista mental de pros y contras y tal vez tú quieras hacer lo mismo.
¿Qué estarías haciendo con tu tiempo si no hicieras esto, sea lo que sea?
Lleva esa lista a Dios en oración y deja que él te guíe por el camino que debes seguir.
Espero que esta historia te bendiga de alguna manera. Si te ha gustado, nos encantaría recibir tu apoyo mirando el video en nuestro canal de YouTube en Español, Influencia Para Proposito o AQUI y compartiendolo con alguien que se pueda beneficiar. Tambien nos puedes apoyar suscribiéndote al canal, y esperamos verte la próxima vez.
Dios bendiga tu dia!
Todas las escrituras citadas son traducidas al espanol de la traduccion biblica Biblia Wycliffe (1395).
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